Todo el mundo sabe que nadie es perfecto, todos en nuestra vida tenemos defectos que en muchos casos opacan nuestras buenas actitudes. Pero no hablare de ese tema en si, hablare sobre lo casi perfecto que es nuestro cuerpo. Sí esa máquina grandiosa, esa maravilla de la bioingeniería de la naturaleza, un sistema más impresionante que cualquier otra cosa que pueda crear el hombre artificialmente, es simplemente una obra de arte de la evolución.
Pero, hasta el mismo cuerpo a veces falla, por no decir que le gusta "joder", no es que tenga razón propia ni mucho menos pero si de vez en cuando toca que atenerse a los problemas que surgen en el, uno de esos casos es cuando nuestro sistema digestivo no puede asimilar bien los nutrientes que le enviamos, cuando la comida simplemente se le hace difícil o casi imposible de digerir.
Recuerdo un día mientras trabajaba en un restaurante de comidas rápidas y comida mexicana del que era dueño mi padre, las cosas no iban bien, desde la mañana presentía lo que pasaría, estaba seguro que el destino ese día me iba a joder; no es que supiera, pero algo en mi vientre me decía que las cosas ese día iban a ser un poco más complicadas de lo común. El primer domicilio del día entregue, y fue ahí mismo cuando sentí un fuerte rugido en mi estómago, todo parecía indicar que las cosas se seguían complicando, el segundo domicilio fue el que delato mi estado en ese momento, ¡sí señor!, se venia una diarrea que creo que se llevo el premio a la más hija de puta que en tenido en todos los tiempos.
Entregué los domicilios correspondientes a las 11:45 de la mañana de ese día, y me fui despavorido a el servicio, limpié muy bien con alcohol y mucho papel higiénico el borde de la taza del inodoro, puesto que las personas pareciera que les cobraran si levantan la tapa para orinar; son unos cochinos de mierda, puse mi culo en el retrete y solo tuve que dejar de aguantar, la mierda simplemente salio sola, cuan catarata de mi culo, sonaba como si fueran truenos, y soltaba relámpagos de mierda por doquier con una fuerza, soltura y velocidad impresionantes, cabe destacar que la taza quedo completamente manchada de flujo diarreico.
No siendo más, continué mis labores de repartidor, esta vez me tocaban los domicilios de las 12:30, hora muy cargada de entregas. Todo volvió a recuperar su ritmo agitado, desgraciadamente cuando me faltaban 2 ó 3 entregas por hacer, volví a sentir ese rugido ronco y típico de una cagada épica. Terminé lo más rápido que pude los domicilios que me quedaban por hacer y me metí corriendo a todo dar al baño, para nuevamente descargar una ira y ferocidad incomparable sobre el inodoro, acompañado de una cara de sufrimiento y unos gemidos de dolor y debilidad. Ésta vez sorprendentemente cagué todavía más que la vez anterior, fue la verdad impresionante, y mi dolor era ciertamente tan fuerte como en la primera ocasión.
Salí recuerdo sudoroso del baño y con una cara de orto del otro mundo, mi padre me preguntó si estaba bien, obviamente yo estaba jodido, en las últimas, desahuciado, deshidratado y bastante molesto con mi estómago. Le respondí sincera y firmemente: "No papá, tengo una diarrea de gran magnitud", eso sí, en voz baja para no ahuyentar clientela con mi enfermedad, que simplemente no me iba a dejar cumplir con mi labor ese día por desgracia. Mi padre con todo el amor del mundo sacó 5000 pesos de su bolsillo y me dijo: "Dale, vete tranquilo, yo hago las demás entregas que faltan.".
Las leyes de Murphy son demasiado claras y verídicas, "siempre que necesites llegar rápido a cualquier sitio, será el momento en el que llegues más tarde.", mi culo estaba roto y quemado, el dolor y el ardor no eran normales, mis tripas estaban en un estado deplorable y mis ánimos estaban en el sub-suelo. Caminando rápido tome un taxi y con voz agitada y gruesa le dije la dirección de mi casa. No contaba yo que mi mala suerte ese día era gigante. Habían unos largos y lentos estancamientos en la carretera; tantos carros, tan poco tiempo.
Tan solo cinco minutos en el taxi fueron suficientes para que otras contracciones llegaran, el dolor era sorprendente, y la fuerza que tenia que hacer para aguantar el "shot" de diarrea era titánica. Filas largas que parecían estáticas, y un taxista conversador hicieron de mi viaje un maldito infierno sobre ruedas, además de ir acompañado por un calor asqueroso. El karma era una des las cosas en las que pensaba, mientras el taxista me sonreía y me conversaba sobre su música favorita y las "chimbitas" que veía por la calle. Yo solo me limitaba a asentir con la cabeza una y otra vez, y en algunos casos acompañar ese gesto con frases selectas: "Ajá, sí", "¡Claro por supuesto mijo!", "Sí, ese tema es super bueno". Los calambres estomacales eran cada vez más fuertes, no sabia cuando tiempo esfinter podría resistir ni mucho menos mi paciencia. Sentía como si la mierda ya no tuviera espacio en mis intestinos, sentía como si quisiera hacer erupción cuan volcán, estoy seguro que si me hubiese cagado encima quizás hubiese tenido mi propio sistema de propulsión a chorro en mi culo y tocaría el techo del taxi.
Finalmente luego de tanto sufrir, llegue a casa estaba a solo 3 cuadras de mi hogar, el sudor corría por todo mi cuerpo, tanto así que sin exagerar dejé el asiento del co-piloto mojado. Las contracciones eran terribles, recuerdo que a veces disimuladamente me sostenía fuertemente del asiento para poder hacer fuerza para aguantar los dolores, llegué a imaginarme incluso tomándole la mano al taxista para mantener el demonio dentro de mi culo, muy parecido a un proceso de parto, solo que en este caso era un proceso de in-parto. Mientras el taxista no paraba de cotorrear mi concentración era de nivel asiático. Las cosas a mi alrededor se hacían lentas, a lo "Matrix". Recuerdo que en un momento estuve a punto de rendirme pero pensé en el asiento pensé en lo que le tendría que pagar al taxista, pensé en la vergüenza, en el honor roto y me volví a concentrar. A esta altura escuchaba la voz del taxista muy lejana, como estando a punto de desmayarme, pero vi la esquina de mi casa y grité: "¡Déjame en la esquina!", lo dije de manera tan repentina y afincada que el taxista se asustó.
Me bajé del taxi y viendo que el taxímetro marcaba 4200 saque el billete de 5000 y prácticamente se lo tire, le dije:"¡¡Gracias, quédate con el cambio!!". ¡Jamás en mi vida me imagine que diría eso!, soy demasiado tacaño. Abrí la puerta de mi casa, entré, cerré la puerta de golpe y me fui a toda velocidad al baño. El brote de mierda fue tan fuerte que puedo jurar que toda la parte interna de la taza quedo recubierta de mierda, puedo asegurar que me dolió tanto el culo que casi pierdo el conocimiento.
Pero al fin terminó, me quede sentado en la taza cerca de 1 hora, intentando sacar todo lo que tenía adentro. a la final me quede sentado con una sonrisa en mi rostro y una mirada perdida y débil. Juro por dios que fue la peor experiencia que he experimentado en mi vida, he estado a punto de morir, me han atracado, he visto gente muriendo, varias chicas que me gustaban demasiado me rechazaron. Pero nada, repito, nada, se le acerca al sufrimiento de montarte cagándote a un taxi y tener que aguantar 45 minutos una diarrea fuerte y despiadada. Ese ha sido y creo que será el momento más difícil por el que he pasado, lo juro.